MANUEL CARBALLAL: "Exagerar los casos contribuye a afianzar los delirios de personas frágiles psicológicamente"


El investigador y criminólogo especializado Manuel Carballal profundiza en “Los peligros del ocultismo” (Luciérnaga, 2017) en los riesgos de cualquier creencia llevada al  extremo.

 Por Jesús Ortega.


Acudir a lo sobrenatural por parte de los acusados de distintos crímenes –al margen de su veracidad o no–, ¿es un recurso para intentar ser exonerados aludiendo a una suerte de “trastorno mental”?

Es  un derecho de los abogados utilizar toda herramienta legal a su alcance para conseguir la exculpación de sus clientes, y en algunos casos se ha intentado utilizar la “enajenación mental transitoria” como atenuante o eximente en un caso de homicidio “esotérico”. Sin embargo, cuanto te enfrentas a casos especialmente duros, como el asesinato de Rosi Gonzalvez, de 11 años, a quien su propia madre le arranco los intestinos por la vagina para sacarle el demonio, y hablas con la madre, te das cuenta de que no es una simulación. Realmente se creía que algo sobrenatural  la obligó a matar a su hija. Es uno de los capítulos más duro del libro.

Internet es campo abonado para hipótesis de todo tipo. ¿Aclaras en el libro algún caso sobre el que circulen verdaderas majaderías?

La inmensa mayoría. En mi opinión abundan quienes frivolizan el mundo de las anomalías limitándose a buscar emociones, lucro o popularidad. Y por tanto no intentan resolver los casos. Yo incluyo casos OVNI, paranormales, Poltergeist, etc, investigados por mí, y que una vez resueltos nos permiten sacar conclusiones sobre como viven los testigos lo que creen una experiencia paranormal, y como repercute en sus vidas… o en sus muertes. Porque para eso vale investigar, para sacar conclusiones. Los casos inexplicados, como bien dice Lorenzo Fernández son los más inusuales, por eso los llamamos paranormales y no normales. Pero Internet ha favorecido que se perpetúen falsos misterios resueltos hace tiempo.  
 

Llevas décadas estudiando los temas relacionados con la videncia y los fraudes asociados en ella. Pese a lo que podamos creer, no siempre son personas con nivel cultural bajo quienes son engañados por algunos de ellos. Desde tu experiencia, ¿cuáles son los motivos que llevan a individuos formados a dejarse seducir por este tipo de experiencias?

Empresarios, científicos, deportistas de élite, políticos… incluso los Jefes de Estado más poderosos como Ronald Reagan, Francois Mitterrand, etc, han sido adictos a videntes, y nadie salvo un pedante pseudoescéptico los consideraría personas ignorantes.  Los falsos videntes, como las sectas dirigen sus argumentos al corazón, y no a la cabeza, porque es el órgano que está más cerca de la billetera (en el bolsillo de la chaqueta). Y las personas influyentes, famosas y admiradas suelen ser muy supersticiosas, porque tienen mucho que perder. Por eso una titulación académica o una cuenta millonaria no garantizan que no puedas ser víctima de un falso vidente. Un desengaño amoroso, un familiar con una enfermedad incurable, una racha de mala suerte… cualquiera puede caer.
 

Supongo que conocerás también a videntes que realmente poseen habilidades que parecen sobrehumanas. ¿Existe algún caso que te haya sorprendido especialmente por los resultados obtenidos?

He conocido presuntos psíquicos que me han hecho dudar. Pero si asumimos que la Percepción Extra Sensorial es una capacidad paranormal, es inadmisible que alguien posea esos poderes en horario de oficina, a cambio de una remuneración económica. No, no he conocido a ningún profesional de la adivinación que pudiese demostrar una habilidad paranormal a diario en su consulta, pero aún así, cuando no estafan, puede ser útiles al cliente… Esta es, en mi opinión, el enfoque correcto. La función social o terapéutica del mántico es similar a la de psicólogo o el confesor. Compartir tus problemas siempre alivia, pero si un psicólogo o un sacerdote te estafa es más fácil denunciarle que a un vidente.
 
¿De qué forma podemos sensibilizar a la sociedad para distinguir el grano de la paja y que no se deje engañar por el ocultismo, que, incluso, ha llegado a conducir a la muerte a algunas de sus víctimas?

Vivimos la era de la postverdad. Y si somos conscientes de las mentiras, la corrupción y el engaño que prima en la política, la banca o el deporte, imagina en algo tan etéreo como el misterio. El futbol es un deporte, pero ante todo es un negocio millonario. El misterio también se ha convertido en un negocio, antes acaparado por las editoriales, videntes y emisoras, y ahora expandido a canales de Youtube, podcast, webs, donde se publican, como si fuesen reales, conjeturas, basadas en hipótesis, amparadas en especulaciones, salpicadas de delirios. Y lo peor es que a estos nuevos “ciber-divulgadores” no les importa como esas es falsedades pueden influir a personas sugestionables. Algún día serán imputados como cómplices o inspiradores de casos como los que relato.


¿Deberíamos reflexionar sobre el contenido y la repercusión de nuestros reportajes, artículos, programas, etc. y hacer autocrítica los periodistas y divulgadores de estas cuestiones?
Yo no soy nadie para dar consejos, pero creo que cualquier investigador que hubiese hablado, como yo, con las madres, hijas o esposas de suicidas o críminales esotéricos, que leían revistas en las que yo escribía, o escuchaban programas en los que yo participaba, entendería mi desesperado llamamiento a la responsabilidad. Cuando lanzas una información desconoces a quien llega y como la va a interpretar. Y a veces entrar en el juego de exagerar los casos, especular con un origen sobrenatural para los fenómenos, o lanzar contenidos mesiánicos en tu discurso, solo por tener un titular más sensacional, contribuye a afianzar el delirio de personas frágiles psicológicamente. El caso de las hermanas Cronfel y su obsesión con J. J. Benítez, hasta llegar al desenlace más terrible y dramático imaginable, son un ejemplo brutalmente elocuente.


Hay quienes afirman que los temas abordados en tu libro o en esta revista son “tonterías” y que la gente ya es mayorcita para creer o no creer, sin embargo nos muestras cuáles pueden ser sus terribles consecuencias. A su vez, quienes piensan así, se quejan de que determinado pensamiento mágico y supersticiones perduren en la sociedad pero no hacen nada por combatirlo más allá de ridiculizarlo: ¿Qué les dirías?

Creo que nadie ha combatido más que yo, en España, esa corriente pseudoescéptica conocida como ciencinazis, que abogan por erradicar todo contenido sobre misterio de la cultura, pero sin haber aportado nada a su esclarecimiento. Son el otro extremo de los creyentes. Ambos se creen poseedores de la verdad. Para unos todo es sobrenatural y para otros todo es fraude. Y como ya tienen las respuestas no se molestan en investigar nada, porque la investigación implica tiempo y dinero. Por eso, unos y otros, no aportan nada más que afirmaciones dogmáticas y estériles. Son la cara y cruz de la misma moneda. Creamos o no en lo sobrenatural el misterio ha formado parte de la cultura, del arte, de la literatura, etc, desde el principio de los tiempos. Y desde entonces existieron buscadores sinceros, y pícaros que se erigieron representantes de los dioses. Todos queremos creer… pero no que nos engañen. 





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